EXPERIENCIA
EXPOSICIÓN TEMPORAL,
EDUCACIÓN PERMANENTE


















ELIZABET CATALÁ COLLADO
Colección Martínez Guerricabeitia – Fundación Universitat de València
EXPOSICIÓN TEMPORAL,
EDUCACIÓN PERMANENTE
RESUMEN / El Patronato Martínez Guerricabeitia nace en 1989 con la finalidad de fomentar y difundir la actividad creativa en el campo de las artes plásticas contemporáneas e incrementar el patrimonio artístico de la Universitat de València.
La actividad más significativa del Patronato es la organización de la Bienal Martínez Guerricabeitia, y la gestión de la colección pictórica donada por Jesús Martínez Guerricabeitia a la Universitat de València en 1999, convirtiéndola en la universidad del
estado poseedora de la más importante colección de arte contemporáneo. Dispone para su exhibición de una sala en el edificio del Centro Cultural La Nau. Además organiza formación universitaria y desarrolla la publicación de Estetica&Crítica.
Desde sus inicios, cada proyecto expositivo ha contado con un servicio educativo que comenzó desarrollando el taller didáctico asociado a cada exposición y ha ido ampliando sus actividades y diversificando sus participantes.
La autora de esta comunicación coordina las actividades socioeducativas desde 2009, con la doble finalidad de cubrir parte de la función pedagógica del museo, acompañando al usuario en su interacción con la exposición y facilitando su implicación en la generación de nuevas interpretaciones y producciones. Y por otra parte, la función inclusiva e integradora, promoviendo la participación de personas y colectivos diversos.
TRAS LA ACTIVIDAD, LA EXPERIENCIA / La temporalidad. Diseñar un proyecto educativo distinto para cada exposición (de 3 o 4 meses) puede suponer un problema por la falta de información y tiempo para la creación de la actividad. Pretender transmitir todos los contenidos posibles sobre una exposición concreta en una visita puntual deja poco espacio a la observación y apropiación significativa. Independientemente del contenido diferente de cada exposición, (que sirve de marco y estímulo), los objetivos que persigue la actividad educativa permanecen similares: - Propiciar el reconocimiento del valor social de la obra. - Favorecer la implicación del público en la observación crítica. - Promover el desarrollo creativo a través del arte contemporáneo. - Facilitar experiencias de expresión significativas a partir de la exposición
visitada. - Potenciar la inclusión y participación social mediante la pràctica artística y cultural.
La actividad y el material. La elaboración de fichas didácticas complejas puede marcar el interés de manera unidireccional ( educadora – participante). El material didáctico es necesario para facilitar el proceso, pero ha de ser flexible a la diversidad de público y circunstancias. La presión heredada ( de la metodología clásica) de que los participantes deben “llevarse algo a casa” se alivia al comprender que lo que se lleven será más valioso si es una vivencia significativa emocionalmente. Y que puede materializarse, a través de diferentes técnicas expresivas ( no solo la plástica).
La metodología. Restringir la participación a “hacerles preguntas” no es realmente participativo. La labor educativa consiste en generar vías de autodescubrimiento, expresión y relación. La educadora maneja el proceso y las herramientas, pero la clave está en la acción mediadora ( entre el objeto y el sujeto, entre la institución y el público, entre la obra concreta de un artista y el contexto…) que favorece las conexiones y vínculos.
Los participantes. Pensar que las actividades educativas son únicamente para público escolar o familiar. Y que la relación con el museo o centro cultural solo sirve a la educación formal. La flexibilidad en la metodología facilita la diversidad y ampliación de la red de público. La relación educativa del museo con la sociedad es también desde el ámbito de la educación no formal, el ocio educativo y el desarrollo cultural de toda la ciudadanía. El trabajo inclusivo requiere primero de la atención por sectores para responder a necesidades específicas de integración.
Los profesionales. El PMG cuenta con profesional externo para desarrollar los servicios educativos de cada exposición. Hay movimientos asociativos trabajando por la mejora de las condiciones. En 2016 se elaboró un código de buenas prácticas al respecto, aunque su cumplimiento depende de cada institución. Sería bueno contar con documentos profesionalizadores que
definieran perfil, competencias y deontología. Es imprescindible manejar conocimientos de dinamización grupal y
comunicación.
La responsabilidad social. Superar realmente el enfoque exclusivo y elitista de las propuestas. Las actividades educativas son un mecanismo de inclusión social y democratización de la cultura. Posibilitan la igualdad de oportunidades en la accesibilidad y disfrute del patrimonio. La labor educativa en los museos contribuye a la transformación social.
El impacto en la institución y en la comunidad. Los miedos iniciales de un servicio de educación pequeño en un centro cultural muy grande son el desconocimiento de personal, departamentos y trámites necesarios para cada cosa. La falta de espacio propio y los canales de comunicación con el público. Con el tiempo, la evaluación y la muestra de satisfacción del público que pone en valor el trabajo bien hecho, y con mucho entusiasmo por seguir aprendiendo de cada experiencia, podemos estar agradecidos de las cosas que ya han cambiado en el centro: más visibilidad de la acción educativa.“Fidelización” de ciertos grupos y nuevos colectivos. Hay más coordinación entre los departamentos implicados. Del interés por el trabajo de este servicio educativo han derivado otros proyectos más amplios de rango social en el centro cultural.
CONECTA CON ELIZABET CATALÁ COLLADO
Traslada tus ideas, cuestiones, dudas...
sobre los temas que se tratan en la experiencia