EXPERIENCIA
VIAJE AL MÁS ACÁ












VICTORIA RODRÍGUEZ, NATALIA DEL RIO y AIDA SÁNCHEZ DE SERDIO
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
JÓVENES, RESIDENCIAS DE ARTISTAS Y POROSIDAD INSTITUCIONAL
RESUMEN / Viaje al más acá es una propuesta surgida de la colaboración del Departamento de Educación del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía con el artista Alexander Ríos. Este proyecto forma parte del programa de residencias de artistas Transforma, que el Museo ha llevado a cabo con la financiación de la Fundación Daniel y Nina Carasso, que ha permitido acoger a 4 artistas jóvenes con el fin de que se formen en el ámbito de la educación y de explorar las posibilidades de desarrollo profesional que esta actividad les puede proporcionar.
En el caso de Viaje al más acá, el artista trabajó con tres grupos de jóvenes de 16 a 20 años en un proceso abierto que se desarrollaba de viernes a domingo tanto dentro como fuera del Museo. Aunque el resultado final no estaba definido, el objetivo de partida de la propuesta consistía en ubicar el Museo en un entramado de formas de creación artística que se desarrollan en sus cercanías y que adoptan muchas formas: desde proyectos vecinales autogestionados, pasando por colectivos independientes, hasta agentes del mercado del arte como las galerías. Así, el Museo es visto como una posibilidad más en los múltiples caminos creativos de los artistas y no como un destino final. Por otro lado, el grupo participante era invitado a responder de manera creativa, en forma de acción abierta a la asistencia de público, a esta exploración y descubrimiento de los múltiples mundos del arte.
Además del sentido que ha tenido la experiencia para los jóvenes participantes, para el Museo, Viaje al más acá de pensar el trabajo con jóvenes, así como una revisión del rol de los artistas y los educadores en estos proyectos, como se explica en el siguiente apartado.
TRAS LA ACTIVIDAD, LA EXPERIENCIA / La experiencia de Viaje a al más acá suponía una cierta continuidad con propuestas anteriores del Departamento educativo en que se fomentaba la convivencia de artistas y jóvenes durante varios días, activando así el factor tiempo en el proceso de creación colectiva. En este sentido, Alexander Ríos fue seleccionado por su trayectoria, que se caracteriza por los procesos relacionales, inmateriales y de final abierto. La colaboración partía así tanto de la incertidumbre como de la confianza en el propio proceso como guía de la accción.
La propuesta de Alexandder consistía en visitar diferentes iniciativas culturales y artísticas de los barrios d de Lavapiés y Latina, protagonizadas por artistas jóvenes cuyos proyectos se vinculan a lo cotidiano y lo educativo, y que no tienen un fin musealizable, porque son efímeros o no se ajustan al mercado. En cada parada de este viaje, los jóvenes (dos grupos de estudiantes universitarios y un grupo de jóvenes procedentes de una asociación de apoyo a la infancia y juventud), podían entablar un diálogo con los artistas e incluso participar en algunas de las propuestas. El proceso concluía el último día con una puesta en común de sus impresiones y aprendizajes acerca de lo experimentad do durante los dos días anteriores, y colectiva amente decidían cómo presentarlo al final de la tarde a un grupo de invitados también jóvenes. Estas presentaciones se concretaron en performances e instalaciones que buscaban hacer revivir su experiencia a los asistentes y generar un debate común. Los tres fines de semana culminaron en una última serie de acciones en el Museo protagonizadas por aquellos jóvenes que quisieron continuar el proyecto y darle un cierre público.
Esta experiencia ha abierto múltiples líneas de reflexión y transformación para el departamento educativo, que atañen también más indirectamente e al papel que desempeña el Museo en el panorama de la creación artística joven contemporánea:
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Ha abierto la posibilidad ad de trabajar en un proyecto que construye su sentido en proceso con todos los participantes.
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Ha facilitado salir de los tiempos, espacios y contenidos del museo o para establecer una relación con el contexto social y artístico más amplio.
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Ha permitido que los jóvenes vean el museo como un espacio de a aprendizaje y no solo expositivo, como un contexto más del arte y no el único.
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El Museo ha sido descubierto como un espacio posibilitador de acciones creativas que desbordan lo que e está “permitido” o no en un Museo, y ha abierto una reflexión sobre cómo a veces el Museo permite que suceda lo extraordinario (situaciones “artísticas”) y dificulta lo o ordinario (situaciones “educativas” cotidianas).
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Ha permitido al equipo educativo y a los artistas reflexionar sobre qué significa que su obra se califique de educativa.
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Ha supuesto la introducción de cambios en los proyectos a largo plazo para jóvenes como Equipo, que incluirá microproyectos con artistas relacionados o no con las propuestas del Museo, que aborden el hecho artístico en sentido amplio y con una perspectiva pedagógica ya sea por las reflexiones que plantean, los posicionamientos críticos de los que parten o las preguntas que desencadenan.
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Abre un nuevo camino a explorar de trabajo con los alumnos de Bellas Artes, para que puedan identificar el Museo como algo más que un centro expositivo y situarlo como un lugar más de posibilidades creativas y educativas.
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Finalmente, el Museo ha reconocido la capacidad del departamento de educación para entablar relaciones productivas con un colectivo, el de los artistas jóvenes, al que no siempre le es fácil acercarse al Museo más que como visitantes.
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